Muerte

Muerte,

morirás entre mis brazos

como yo moriré en los tuyos.

En el instante,

que deje de ser, serás.

Pero, muerte,

tú también

estás condenada a morir

con mi muerte.

Tú, el tiempo y yo

Tiempo 

es lo único que soy.

La vida es tiempo.

Tiempo que transcurre,

que me lleva a todas partes

y muchas veces

sólo está ahí como si aguardara

a que me suceda algo.

Tiempo tan indiferente,

tan igual a sí mismo,

tan silencioso, tan olvidadizo,

tan mío, tan solitario.

Tiempo que me transforma,

que me forma a su gusto.

Ese tiempo que quería

para compartir contigo

las pequeñas cosas

de la vida diaria, 

esas que con el tiempo

forman el otro lado de los sueños,

el amor que nunca se va.

Tiempo hubo,

pero no para los dos.

El solitario

Yo

que no he sido más 
que un solitario

-salvo cuando te tuve 
entre mis sueños-,

y a pesar de ser un realista,

te he amado siempre

como si de verdad 
hubieras existido. 

Sueño prohibido

Hay días 

en que abandono

la soledad en la que habito,

me despierto en otro sueño,

desando el camino de la perdición,

me despido de ese que soy

para ser ese otro que nadie sabe

que habita en mí.

Entonces me tomo

unas vacaciones de la ausencia,

me enamoro como un adolescente,

vuelvo a ser.

Hay días en que quisiera

que fuera realidad

mi sueño prohibido,

que tú existieras...