Tú
eras el día y la noche,
la
luz y la sombra,
la
lluvia de la primavera,
el
sol del verano,
los
maravillosos colores del otoño,
el
misterio de todas las cosas,
la
risa inesperada,
la
mirada que hablaba de amor,
la
caricia oportuna,
el
beso que escalofría,
la
piel tibia de la vida,
el
instante en que la eternidad
se
posó sobre mí,
la
felicidad que rozó mi alma,
el
fin de la tristeza,
el
suspiro de las flores,
el
río de alegría que cruzaba mis sueños,
el
mar al que regresaba
cada
tarde
para
cubrirme de ilusiones.
Pero
sobre todo
eras
la única mujer
que
yo quería hacer feliz,
la
que quería ver al abrir los ojos,
que se cobijara de su tristeza
entre
mis brazos,
que
sin hablarme, yo
supiera
todo de ella.
Yo
te quería
porque
contigo podía
ser
débil y frágil
y
todo mi ser se fundía
en
el tuyo
para
hacernos fuertes.
Tu eras perfecta
y
me diste todo.