Vivimos
para vivir,
para
aprender,
para saborear el éxito y la derrota,
para
saber qué es el dolor,
para
encontrar
a
ese que se esconde en nosotros.
Vivimos
a
tientas en medio de lo desconocido.
Es tan poco lo que aprendemos
y
eso lo único
que
dejamos a los otros.
Vivimos
con miedo,
con hambre y frío.
Sin
embargo, amamos
y
en un momento
podemos
darlo todo por otro.
Vivimos
para
descubrir la eternidad
en
lo pasajero
y
la certeza
en
lo fortuito.
Vivimos
convencidos
de
saber quienes somos
y
morimos
sin
saber por qué vivimos.
Vivimos,
en fin,
porque
no sabemos hacer otra cosa.